Adiós Ramón...Te dormiste con la misma suavidad
con que tocabas mi mano aquella tarde que te conocí; tu mirada me habló y llegó a lo más profundo de mi alma como pidiendo
ayuda, como implorando compañía.
Los días junto a ti, a pesar de arduos,
estaban llenos de una paz desbordante; cada una de tus palabras llenaban mi corazón de sabiduría, del inmenso amor que te
tuvimos.
Cuando te molestabas comprendíamos tu sufrir,
pero con cada gesto de bondad que nos dabas nos hacías sentir seguros de lo que estábamos haciendo por ti.
Cuando dabas las gracias, cuando tocabas
mi mano una y otra vez como entonando una canción, y mi corazón sabía que te sentías bien y se alegraba inmensamente cuando
decías "Lindísima".
Como te quisimos Ramón, como te queremos
y recordamos...El día que te marchaste ni siquiera te despediste de mí, cuando llegamos a verte ya tú te habías ido; y que
impotencia sentí, como si lo que hicimos hubiese sido poco, entre la duda de querer que estuvieses entre nosotros o que pudieses
al fin descansar en paz.
Adiós viejito lindo, que Dios te bendiga
siempre y que los ángeles del cielo te canten canciones scouts.