Traumatismo. Agente mecánico que obra en forma brusca sobre los tejidos
del cuerpo y vence su resistencia.
Según su forma y según la resistencia de los tejidos se producirán traumatismos de distinta intensidad y gravedad como
son:
- Contusiones
- Heridas
- Esguinces
- Luxaciones
- Fracturas, etc.
Traumatismo de cráneo. Una caída o el golpe por algún objeto sobre el cráneo
pueden, según su intensidad, causar desde un hematoma hasta la muerte.
Después de un traumatismo de cráneo, aún leve, es necesario observar al traumatizado por varias horas y avisar al médico
si se notan los siguientes síntomas: náuseas o vómitos, dolor de cabeza cada vez más intenso, pérdida de la conciencia, disminución
de la fuerza de alguna parte del cuerpo, dificultad para respirar o moverse. No dejarlo dormir.
Traumatismo de cara. Después de un traumatismo grave de cara que haya afectado
huesos de la nariz, colocar al traumatizado boca arriba con la cabeza más baja que los pies para que la sangre y mucosidad
no impidan la respiración. A veces la lengua provoca dificultad para respirar y se evitará manteniendo la punta de la lengua
hacia afuera con una gasa para que no resbale. Conducirlo con un médico.
Traumatismo de tórax. Puede afectar notablemente dos funciones vitales: la
respiración y la circulación. Consultar de inmediato a un médico si hay dificultad para respirar u otros síntomas anormales
que se puedan observar.
Traumatismos del abdomen. Son a menudo graves por la frecuencia con que aparecen
acompañados de lesiones en vísceras macizas (hígado, bazo, riñón) o de vísceras huecas (estómago, intestino delgado, colon).
El traumatizado deberá ponerse en manos de un médico experto para que indique el tratamiento, mientras tratarlo como choque
traumático.